RE: [opinion-lu] Bolet PDF Imprimir Correo electrónico
Publicado por Carlos Guillermo Vahnovan   
Viernes 30 de Marzo de 2007 23:24
Robado en los jardines de Opinion_LU Cool

Interesantes reflexiones amigo Wente, aprovecharé para condimentarlas con más picantes...

 

Aunque un Club es algo en si mismo, con su propia naturaleza, suele referenciárselo a un negocio, esto no es casual, hay demasiada presión para "negocificar" la vida y no es fácil sustraerse a ello en culturas de "toma y daca".

La actividad económica actual nos impone el yugo de una organización que frecuentemente está al servicio de unos pocos y de si misma, en la cual los humanos de carne y hueso pasamos a ser subsidiarios engranajes del eficientismo y al mismo tiempo mercancías cosificadas, números... A ella nos rendimos a diario para ganarnos la vida, seguimos voluntariamente (o no) sus reglas y observamos que la gran mayoría pasa su tiempo de trabajo deseando volver a casa para recuperar la libertad perdida (quizás un poco ilusoriamente).

 

Siendo la nuestra una actividad Amateur que debería poder realizarse sin las obligaciones, ataduras y presiones de aquel mundo, actividad que realizamos exclusivamente por el placer de hacerla, no hay ninguna razón para obedecer sus mercantiles imposiciones, porque estamos en nuestra "hora de juegos", en nuestro "recreo" (a menos que uno de niño hubiera preferido jugar al "Estanciero", antes que a la bolita o las escondidas...) por eso prefiero relacionar a un Club con un grupo de camaradas y amigos reunidos libremente para disfrutar de su tiempo, de si mismos, de su compañía y por sobre todas las cosas del TRABAJO EN LIBERTAD, no alienado, más que con cualquier tipo de empresa comercial, pues no estoy deseoso de ir a realizar en él actividades comerciales o industriales de ninguna especie.

 

No faltará quien prefiera otra cosa -está bien para mi- no todo en el mundo son clubes, hay restaurantes, gimnasios, saunas... para algo existe la libertad, nada impide crear organizaciones de "Servicios para radioaficionados" y beneficiarse de ellas todos los interesado, tal como sucede con los fabricantes de equipos.

 

El problema es que demasiado a menudo se acercan a los clubes personas que demandan de ellos "servicios", ¿porqué no van a un negocio para solicitarlo, si para eso existen los negocios? ¡pues porque parece que no hay tales negocios!, ¿porqué no los crean si son "negocio" y están faltando?, no lo se... aunque si se que como no encuentran lo que apetecen en "el mercado" de inmediato les viene a la mente la peregrina idea de transformar clubes en shoppings (nada de crear esos shoppings, porque para eso hay que trabajar y el tipo está cansado y no tiene ganas... (que trabajen los otros, -yo quiero teta mama-).

 

Hace unos cuantos años todo el mundo distinguía la diferencia entre un Club y un negocio, conocía lo que podía esperar de uno y otro y lo que podía hacer en uno y en otro. Algunas organizaciones que nacieron como clubes descubrieron que podían "hacer buen negocio" con ellos y lo hicieron, ello sucedió especialmente con populares entidades deportivas que, aunque continuaron llamándose "clubes" y mantuvieron una estructura de control, similar, se organizaron externamente como negocio e internamente como una suerte de cooperativa de servicios.

 

De resultas de ello, como sucede con otras tantas palabras del idioma, con el mismo nombre encontramos vivas cosas diferentes. Al mismo tiempo, observamos que en las últimas décadas nuestra vernácula cultura ha ido tornando un giro más y más mercantilista, casi todo se fue tornando en enfermizo y patológico "comprar y vender", fenómeno que analiza muy bien y con cierto detalle Erich Fromm en su clásico libro "El arte de amar".

Según él, esa tendencia invade áreas vitales de nuestra personalidad que parecían reservadas a otros sentimientos, como el amor de las parejas.

Desde temprano las personas entran al "mercado" del amor con un "valor de mercado", donde se "cotiza" la belleza, la juventud, la gracia, la popularidad, con tanto celo como una acción en la bolsa. Difícilmente un joven poco atractiva y sin gracia podrá aspirar al joven musculoso, apolíneo y popular de la universidad, o al joven flaquito y ya pelado le otorgará un baile la despampanante y codiciada rubia... Cada uno conoce perfectamente su "valor" y lo "hace valer" en ese ruedo...

 

Apretada síntesis de lo que expresa (desde luego mejor) Fromm al respecto. Nos lo explica en relación al estado de alienación y sufrimiento del hombre moderno y su angustiado estado de "separatidad" con los demás y con la naturaleza y ¡ojo! que no solo trata acerca del amor erótico o filial, también lo hace con singular belleza en relación al TRABAJO, lo cual está más cerca del tema que nos ocupa... (Siempre recomiendo ese libro porque es una bocanada de aire fresco, especialmente para los más jovencitos que inician su camino en la vida; jamás he encontrado una negación a esos conceptos suyos, lo cual no es frecuente en un mundo tan controversial).

 

En lo cotidiano pareciera triunfar la concepción mercantil: La eficacia empresaria, la mayor eficiencia organizativa, los métodos de marketing aplicados a la "venta" del "producto", parecen dar los frutos apetecidos para el consumo. Si, claro, pero algún precio habrá que pagar por ello... estamos hablando de mercancías... no son gratis, ¡hay otra cara de la moneda que no aparece en el afiche publicitario...!

 

Cuando a la actividad sexual propia del Amor le aplicamos esos concepto mercantiles (lo sabemos desde hace miles de años), no la llamamos "amor" sino prostitución... Puesto que personalmente no tengo prejuicios negativos acerca de ella ni hacia quienes la practican (ni tampoco negaré posibles ventajas eventuales del "amor alquilado"), nadie podrá negarme que la mercantilización del "amor" termina siendo DIFERENTE del Amor, quizás mejor, quizás peor, pero con toda seguridad di-fe-ren-te... (Si alguien intentara explicarme las ventajas del eficiente y tentador prostíbulo sobre las matrimoniales, lo escucharía con gran simpatía, pero si en serio, pretendiera que eso se convirtiera en realidad, definitivamente diría que está mal de la cabeza...).

 

Hay una diferencia esencial entre un negocio o comercio al cual acudo para intercambiar dinero por servicios (por ejemplo un restaurante) y el grupo de amigos con quienes me junto para prepara un asado en familia. Hay una diferencia esencial entre un equipo de fútbol amateur donde uno se pone la camiseta de SU CLUB y va a jugar por él y un equipo profesional donde uno va a jugar por SU PAGA; no comprender estas diferencias de valor y sentimiento es tener sangre de horchata o haber nacido en otro planeta (y muy obtusa ha de ser la mente totalitaria que crea que todo debe ser "a su manera").

 

Pero sucede a veces, aunque la persona sea un buen terrícola de Puente Alsina, que se le mezclan los tantos, ¿porqué?, porque se nos confunde día a día en el Cambalache mediático, hay mucha plata en juego y si el dueño del burdel llega a convencernos que el "amor" está allí, su cuenta corriente engrosará en forma proporcional, él no vacilará en explicarnos que la felicidad consiste en comprar todo hecho o cualquier estupidez semejante que a fuerza de repetición, como gota que horada la piedra termina por parecer una "verdad".

 

Nadie crea que esto son inventos de mi parte (si así fuera se estarían leyendo mis libros en lugar de los de Fromm o Jung, hi hi), en ello coinciden sociólogos, sicólogos y demás profesiones que deben tratar con las secuelas neuróticas y sicóticas de nuestra confusión contemporánea, porque no todo lo que brilla es oro y el precio de nuestro metafórico "amor" comprado, termina siendo la soledad, la amargura y la nihilista desesperanza...

 

Por eso es fundamental explicar y explicarnos cuál es la diferencia entre un Club y un comercio o un Shopping, darle a cada cual su lugar para poder ir donde corresponda y cuando corresponda con consciencia y libertad.

 

Cuando voy a mi club YO QUIERO estar fuera del "mercado de valores" voy allí a encontrarme con la gente que aprecio, para hacer algo juntos, para disfrutar de mi capacidad creativa y productiva sin que medie el vil metal en ella, allí no "negocio" mis conocimientos, LOS REGALO, de la misma manera que no negociamos con nuestros hermanos la mano que les tendemos para construir su techo o el dinero que les prestamos para enfrentar una adversidad (porque el amor y la usura no se llevan).

Cuando voy al club no considero a los miembros de la CD ni mis sirvientes ni mis jefes, ni los dueños del boliche, sino mis viejos amigos y camaradas de radio (no reciben paga a cambio ni tampoco pretenden cobrarme), no soy ni quiero ser un CLIENTE de MI Radioclub, ¡quiero continuar siendo su DUEÑO y disfrutarlo con MIS Socios...!

 

Saludos cordiales a todos

 

Miguel Ghezzi

 
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