En Malvinas demostramos que podemos hacer frente a los poderosos PDF Imprimir Correo electrónico
Publicado por Carlos Guillermo Vahnovan   
Lunes 18 de Febrero de 2008 02:53

por Luis Garcilazo

 

En su casa en la provincia del Chaco, de la que es oriundo, CUADERNOS entrevistó a Luis Garcilazo.

Garcilazo es un hombre que ama entrañablemente a su pueblo y aquellas Islas australes a las que recuperó como parte del contingente militar que desembarcó el 2 de Abril de 1982. De la larga conversación que mantuvimos con él, rescatamos estas páginas para nuestros lectores. Van en ellas la emoción de un patriota que aún hoy vibra al recordar aquellos acontecimientos que marcaron la historia de nuestra patria.

Antes de Malvinas

Poco conocía de Malvinas por aquellos años de mi infancia. Sabía que existían y, como a todos, me habían enseñado que eran argentinas. Pero no tenía otra referencia ni otro conocimiento sobre aquellos territorios.

En esos años de mi infancia, estaba totalmente sumergido en trabajar; trabajé desde muy chico “rebuscándomelas” para ganar el peso.

Trabajé desde los 14 años; por aquel entonces iba al colegio secundario, aunque no me gustaba mucho el asunto del estudio. Lo que sí me gustaba era hacer deporte. Estuve en la selección de vóley, basquet, etc., practicaba todo el deporte que podía. Era lo que más me apasionaba en ese momento. No tenía un pensamiento de lo que pasaba en el país, ni siquiera de nuestra cultura, es más, en esa época hasta me gustaba la música extranjera. Lo que me cambio totalmente fue lo de Malvinas. Ahí empecé a conocer cosas de nuestra historia y nuestra patria.

Cuando yo fui a Malvinas apenas si sabía lo que había significado el golpe militar del 24 de marzo de 1976. Creía que se había tratado solo de un cambio de gobierno. Hacía 7 años que gobernaba la dictadura y no tenía en claro el contenido real de sus políticas y las consecuencias que provocó en nuestro pueblo y nuestra patria.

Cuando se hizo el sorteo para ir a la “colimba” todos los pibes estábamos a la expectativa y muchos pensábamos en “salvarnos”. Sin embargo cuando escuche mi numero de sorteo “960”, me dije: “marina” y me puse contento. Una de las primeras cosas que pensé fue en la posibilidad de alistarme, tenía el recuerdo de cuando mi padre me llevaba a los desfiles militares y salíamos con todo el pueblo a presenciar aquellos festejos patrios; tenía una cierta admiración por lo militar.

En la Armada, para cumplir el servicio militar obligatorio, me tocó una verdadera “escuela” de infantería que fue el Regimiento 2 de Infantería de Marina. Después de mi participación en la Guerra de Malvinas ya tuve otros objetivos y no tuve intención de permanecer en la fuerza.

 

Los días previos al 2 de Abril

El entrenamiento a que nos sometieron fue durísimo. Ya se sabe que la Infantería de Marina es una de las fuerzas con mayor entrenamiento, entrenadas con mayor dureza.

De la Infantería de Marina se destacan dos unidades, son unidades referenciales, el Batallón de Infantería de Marina Nº 2 y el Batallón de Infantería de Marina Nº 5, que está en el sur. El BIM Nº 2 estaba alejado de todo lo que fuera batería; era un batallón cárcel, totalmente aislado. Los que estaban en Puerto Belgrano y en Batería estaban todos juntos, vehículos anfibios, etc. eran una serie de Batallones que estaban todos juntos. Nosotros, en cambio, estábamos aislados, en mi batallón no había ni un árbol. Nos decían que nuestra situación de aislamiento, esa condición de “batallón cárcel”, se debía a que en un retorno de Perón a la Argentina los oficiales del batallón había repartido fusiles a las unidades básicas defendiendo la llegada de Perón y que por eso el alto mando había transformado ese batallón en una “cárcel” en castigo a los oficiales. Cierto o no, esto era el rumor que corría entre nosotros cuando se cuestionaba el por qué de las características del BIM 2. Tal vez fueran otras las causas, pero vale la anécdota de cómo son los rumores en un regimiento y cómo se entrelazan con la historia pasada.

Lo que llamaba la atención era el trato que tenían los militares con nosotros. Era una trato degradante, nos relajaban permanentemente, ahí empezó a echarme por tierra aquella visión algo idílica que tenía desde chico sobre los  militares.

Antes de Malvinas participamos del último UNITAS, ese operativo  junto con las Fuerzas Armadas de los EE.UU., en el que también participó Brasil (no recuerdo si algún otro). En mi batallón estuvieron los norteamericanos.

Tengo muy presente, antes de aquel 2 de Abril, el maltrato que sufrimos de parte de los jefes; no me refiero al adiestramiento militar, sino el maltrato cuyo único objetivo era provocarnos daño físico. Por ejemplo, yo jugaba al básquet, un deporte que siempre me gustó e incluso ya estaba participando de la liga profesional en mi provincia; como consecuencia de aquellos malos tratos no pude volver a jugarlo, se habían lesionado de manera irreversible mis meniscos.

Y otra cosa que recuerdo es que nunca en la conscripción nos habían enseñado que nuestros enemigos eran los ingleses y los yanquis, sino que nos habían entrenado para conflicto interno. Y al final, tuvimos que dar “vuelta la cabeza”, porque nos encontramos cara a cara con quienes son en realidad nuestros verdaderos enemigos.

Un recuerdo lindo, es que cuando estaba en el BIM 2 nació mi primera hija. Yo deseaba bautizarla con el nombre Gabriela en homenaje a uno de los jefes que tenía entonces, el Guardiamarina Gabriel Núñez Roldán, un comando anfibio que después participó de la toma de las Malvinas con los comandos de las fuerzas de avanzada. Pero estando yo en Puerto Belgrano y mi familia en Chaco, se comprende que me fue imposible comunicarles ese deseo. Cuando pude viajar para conocerla, obviamente, ya había sido inscripta y bautizada. Para mí sorpresa la madre la llamó Gabriela, por pura coincidencia se cumplió lo que yo deseaba.

Ese Guardiamarina era una excelente persona en todos los aspectos, tenía una preparación y un adiestramiento tanto en lo práctico como en lo teórico excelente. Jamas nos maltrataba. Era habitual, por ejemplo, que cuando íbamos todos a dormir hubiese ruidos, a veces más, a veces menos, pero era lógico que tanta tropa hiciese ruido. Entonces aparecía un superior que nos gritaba “subversivos” y empezaba el maltrato. Pero la mayoría de nosotros ni sabíamos de qué nos hablaban. Cuando fue el golpe de Estado yo tenía 13 años, era un chico, así que nunca entendía de qué me hacían responsable con eso de “subversivo”, no sabía ni siquiera que quería decir “subversivo”.

En cambio este Guardiamarina del que hablo, jamás usaba esos métodos. Todo lo que él nos ordenaba hacer, lo hacía él antes, y nos preparó mucho y nos preparó muy bien militarmente. En una oportunidad estábamos haciendo distintos ejercicios en la plaza de armas del BIM 2, recuerdo que ejercitábamos formación, presentación de armas, descanso, armas al hombro, etc. y yo me había destacado. En un momento Núñez Roldán me llama y me hace pasar al frente para que mostrase a todo el batallón cómo yo hacía los ejercicios. En felicitación me dio tres días de permiso para venirme al Chaco a visitar a la familia, aunque hay que decir que nunca pude tomarme esa licencia. Era un excelente jefe a quien jamás volví a ver ni se qué habrá sido de su vida, pero de quien tengo un gran recuerdo.

Nosotros hicimos un operativo alrededor del 23 o 24 de marzo, en que fuimos a Chubut a hacer unos ejercicios (no recuerdo bien la fecha aunque la tengo anotada en un cuaderno que es una suerte de Memorias personales de esa época). Salimos con el San Antonio, el único buque de desembarco de tropas que tenía nuestro país. Nos llamó mucho la atención a todos porque hicimos “combate en localidad”, cosa que nosotros nunca hacíamos, porque no era esa nuestra función como Infantes de Marina. La Infantería de Marina lo que hace es conquistar la cabecera de playa para que después entre el Ejército,  ese era el entrenamiento que habitualmente teníamos. En aquella oportunidad, durante tres o cuatro días, nos enseñaron “combate en localidad”.

Al regresar de un entrenamiento de ese tipo, todo el mundo se iba de licencia, porque el adiestramiento en campo y los días en el buque son muy duros. Los que éramos de provincias lejanas, como no podíamos ir a nuestras casas, estábamos en el cuartel y hacíamos una vida “casi civil”, si se le puede llamar así; lavábamos la ropa, descansábamos, etc. Los oficiales se iban todos, quedaba la guardia mínima e incluso algunos de nosotros nos tocaba hacer de “cabo de semana” dentro del cuartel en la compañía, porque no había suficientes cabos.

A la vuelta de esos ejercicios salieron todos de licencia; pero al día siguiente, en forma sorpresiva, dieron la orden de regresar a todos. Nadie entendía nada. Había un gran revuelo y todos nos preguntábamos qué estaría pasando.

En ese lugar, que es una base totalmente militar (porque de un lado estaba la FAPA donde estaba Giachinno, y del otro el Batallón Comando, Vehículos Anfibios, todo Batería, etc.), empezó un movimiento impresionante: tanques, armas, víveres, uniformes, etc. Nosotros recibimos la orden de volver a preparar todo el material. Entre los conscriptos nos mirábamos y decíamos “pero estamos todos locos, si recién venimos de campo” y ni habíamos descansado algo que ya estábamos otra vez alistando todo el material. Empezaron a aparecer cosas a las que nosotros no estábamos acostumbrados, por ejemplo, las raciones de combate y municiones en grandes cantidades o en cantidades que no eran habituales.

Los oficiales y suboficiales que regresaban por la orden también estaban tan sorprendidos como nosotros. Entre todos nos preguntábamos “¿qué estaba pasando?”. Algunos decían que había un problema con Chile, que se estaba por realizar una marcha en Buenos Aires y se esperaba conflicto. Sin embargo, cuando hacíamos esos duros entrenamientos, o la práctica de “combate en localidad”, ni oficial ni suboficial alguno hizo referencia a nada, ni a Malvinas, ni a Beagle, ni a Chile, ni a nada. Cumplíamos el entrenamiento como cuando fuimos a Chubut y nada más, ni el más mínimo comentario. Lo único que estábamos en condiciones de afirmar era que lo que ocurría no era para nada común. Pero, luego de desencadenados los acontecimientos de Malvinas, recordé que alguien había hecho referencia a un incidente en el Sur, un incidente con una empresa y obreros argentinos y los ingleses. Después resultó que se trataba de aquella provocación de los ingleses en Georgias y que fue, justamente, lo que desencadenó el conflicto.

Empezamos a preparar todo, a cargar municiones, la ropa, los fusiles. Al día siguiente nos informaron que íbamos nuevamente al buque. Nos llevaron a Puerto Belgrano y nos embarcaron.

 

El desembarco

Zarpamos el 28 de abril en el San Antonio. En alta mar vimos que éramos parte de una escuadra de guerra. Varios buques rodeaban al nuestro. El buque Santísima Trinidad, el portaaviones 25 de Mayo, el Irizar, y otro que  no recuerdo. En el San Antonio iba un grupo de tropa de Comando y en las bodegas del San Antonio estaban los anfibios. Estábamos seguros a esa altura de las cosas, que no se trataba de un ejercicio ni de un entrenamiento. Estaba claro que se trataba de un desembarco, pero aún no sabíamos cuál era nuestro destino

Por la tarde del 1° de abril nos habló el jefe de la Infantería de Marina, Contralmirante Carlos Alberto Büsser, quien nos dio las instrucciones; en ese momento nos dijo que teníamos el privilegio de ser los argentinos que después de 149 años  íbamos a recuperar las Islas Malvinas para nuestra Patria. Que teníamos que cuidar el trato con la población civil, ser respetuosos con ellos, no entrar en las propiedades de los isleños, y que en lo posible, teníamos que tomar los prisioneros sin disparar un solo tiro. Que cuidáramos nuestra conducta porque era muy importante la imagen que diéramos al mundo en la recuperación de nuestras Islas. Hizo mucho incapié en esas cuestiones y finalmente nos deseó suerte. Así fue cómo nos enteramos de cual era nuestro verdadero destino.

Hubo todo tipo de comentario entre los soldados después de aquel discurso. Yo todavía no podía tomar conciencia real de lo que estaba pasando. A mí me costaba mucho entender la dimensión de aquellos acontecimientos. Una anécdota: en todo grupo humano siempre hay quien se destaca por una u otra cosa. Y siempre hay alguno que se destaca por ser el mas duro. En mi grupo había un compañero de apellido Santacruz o Santa Cruz, un soldado de mi misma clase, la clase ´62, que era el duro del grupo. Cuando llegó la hora de la noche, horas antes de aquel 2 de Abril, lo vi sentado en la cama del buque rezando. Esa imagen de aquel compañero rezando me hizo comprender que algo muy importante estaba por suceder y que íbamos a atravesar una situación brava. Lo que recuerdo es que lo que yo atiné a hacer era juntar todas las balas que los otros dejaban caer, se olvidaban o desperdiciaban; así que a la hora de desembarcar debo de haber bajado con el doble de balas.

A la madrugada nosotros bajamos con los anfibios; cuando tocamos el suelo malvinense se abrió el techo por el que dos de nosotros nos asomamos y pudimos mirar esa tierra que estábamos recuperando. Aún no se divisaba la ciudad y hasta entonces no se apreciaba ningún movimiento. A los pocos minutos del desembarco empezaron a tirarnos los ingleses. En ese instante se hizo claro no sólo a dónde habíamos llegado, sino el significado real de lo que nos estaba tocando vivir.

Fueron minutos de una sensación impresionante, imposible de borrar y difícil de explicar. Ellos tiraban con mucha munición trazante, que es la que permite ir corrigiendo el tiro. Es esa munición que vos ves que se te va acercando, que en cualquier momento se te viene encima; era muy impresionante.

Los ingleses nos tiraron con todo lo que tenían. Al vehículo en el que estaba yo le hicieron pocos impactos, pero el que estaba a nuestro lado recibió varias decenas.

Recibimos la orden de descender; bajamos cuerpo a tierra detrás de los anfibios, pero no podíamos avanzar porque los ingleses sostenían el fuego sobre nosotros. Tuvimos mucha suerte porque desembarcamos algo hacia la izquierda de lo que estaba previsto, por lo que la ciudad quedó en medio, entre nuestro avance y el fuego inglés. Los ingleses estaban parapetados en una montaña detrás de la ciudad y para lograr hacer blanco contra nosotros, tenían que bajar mucho el tiro. En la medida en que bajaban el tiro, se exponían a ametrallar las propias casas de los kelpers.

Adelante nuestro habían desembarcado los comandos que ya habían iniciado el avance. Después recibimos la orden de avanzar nosotros. Esa fue otra sensación difícil de explicar, porque ¡hay que avanzar bajo fuego enemigo! No se cómo se podría explicar lo que es eso, con qué palabras describir esa sensación. Nos habían dicho que cuanto más lográramos avanzar, menos posibilidades había de que el enemigo nos impactara, porque, como ya expliqué, no podían bajar el tiro sin hacer fuego sobre los propios ingleses. Fueron 200 metros en los que avanzamos como pudimos. En los momentos de nuestro avance, un mortero hizo centro en un galpón en el que había aparentemente un radio inglesa. Fue impresionante, sobre todo porque en el primer tiro se hizo centro. Finalmente logramos los objetivos iniciales y pudimos pasar a organizarnos para cumplir los demás objetivos que teníamos asignados: pasar por una escuela donde podría haber tropa y marchar sobre el depósito de armas inglesas.

Avanzamos, hicimos nuestra entrada a la ciudad cuando ya había sido tomada la casa del gobernador, ahí nos enteramos de la muerte del Capitán Giachinno y habíamos visto los primeros heridos.

Antes de llegar a puerto, un oficial de mi compañía grita “¡enemigo!” señalando una casa. Paró toda una sección nuestra y me llamaron junto a tres cabos y un oficial (el oficial hablaba inglés) y nos dieron la orden de ir por la parte de atrás de la casa. El oficial les dijo a los ingleses que se entregaran, que salieran de la casa. Pero como no se entregaban, me mandaron a mí para sacarlos. Rompí la puerta trasera de la casa, y, cuando estaba por entrar, se dejaron ver dos uniformes contra una pared del interior. Ese fue un momento de mucha tensión, porque aparentaba que se trataba de militares ingleses. Disparé un par de veces por sobre la ventana y antes de entrar miré a un compañero que estaba con la ametralladora y le dije “si hay tiros, tira”, porque si me mataban no era cosa de que los ingleses se lo llevaran de upa. Entre gritando en castellano porque yo no se inglés, y cuando estaba por terminar de revisar la casa, los ingleses habían salido hacia el patio y se entregaron. Los vi ahí, prisioneros. Los dos ingleses eran alpinistas civiles, así que estuvieron detenidos un tiempo y después se los dejó libres.

Nuestra tropa siguió el avance hacia el centro de aprovisionamiento de las tropas inglesas, donde tenían los fusiles, las municiones, etc. Ese era el lugar que teníamos que ocupar y del que ya no nos movimos. En las afueras de la ciudad aún se combatía. Al día siguiente nuestras tropas tomaron el control total de la ciudad y se hizo efectiva la recuperación de nuestros territorios nacionales.

 

Después del 2 de Abril

Todo era nuevo, nos preguntábamos sobre todo lo que estaba ocurriendo. ¿Qué pasará en el continente? ¿Qué sentirán nuestras familias? ¿Qué dirán todos lo argentinos? Ahí empezamos a tener dimensión del hecho del que estábamos siendo protagonistas, del hecho político que habíamos generado. Lo que significaba el haber recuperado las Islas Malvinas para nuestra soberanía después de tantos años de usurpación inglesa.

Nosotros supimos de la concentración en Plaza de Mayo el mismo 2 de Abril y luego, a través de la radio, nos enteramos de la repercusión que la reconquista había tenido en todo el mundo y, muy especialmente, en América Latina y nuestro país. Teníamos mucha alegría, una profunda alegría.

Luego empezaron a llegar los periódicos, leíamos todo lo que nos llegaba y en ese momento si un diario tenía 20 páginas 19 estaban dedicadas a lo de Malvinas. Se notaba que todo el país giraba alrededor de lo que ocurría en Malvinas.

Después se hizo un sorteo entre las compañías que iban a quedar y mi compañía salió sorteada para quedarse. Al poco tiempo, lamentablemente, me enfermé de hepatitis, por lo que me trajeron al hospital naval de Puerto Belgrano. Ahí pasé algunos de los días más degradantes de mi vida. Yo estaba en la sala de infectocontagiosos y nos sacaban a las dos de la mañana a hacer cuerpo a tierra; ni siquiera en los momentos de más duro entrenamiento tuve un trato tan degradante como el que me dieron en el Hospital de Puerto Belgrano. De ahí me escapé, aunque después tuve que volver porque si no no iba a poder regresar a mi batallón. Poco tiempo después me dieron de alta y me trasladaron al sur, estuve en Ushuaia y en Tierra del Fuego. El 16 de mayo estábamos en el avión para retornar a Malvinas, pero un bombardeo inglés inutilizó la pista y ya no pudimos volver. Permanecimos en el asentadero de YPF en Tierra del Fuego hasta que terminó la Guerra.

 

Malvinas hoy

Han pasado 19 años y yo sigo creyendo que Malvinas fue un golpe muy fuerte contra el imperialismo. Un hecho político con un alto contenido popular que han tratado desde el mismo 14 de junio de 1982 de borrar de la memoria del pueblo de todas las formas posibles.

De Malvinas no se puede ni hablar, no sea cosa que a alguien se le ocurra intentar recuperarlas. Ni hablar de vincular lo que hoy ocurre en nuestro país con aquellos acontecimientos.

Nosotros le hicimos frente a una potencia mundial y sigo creyendo aún hoy que teníamos grandes posibilidades de derrotarlos.

Desde aquel 14 de junio hasta ahora, todos los gobiernos han tratado de liquidar la memoria colectiva de Malvinas de nuestro pueblo. En gran parte lo han logrado, o parece que lo han logrado. Pero se van dando otras circunstancias que hacen que aquella gesta resurja, se van produciendo algunos hechos, como el viaje de los familiares de nuestros caídos, etc. que realimentan aquellos sentimientos sobre nuestros territorios.

Cuando se hizo el primer viaje a Malvinas, yo era presidente del Centro de Ex Combatientes del Chaco y de mi provincia fueron varias familias. Cuentan ellos que al llegar a Malvinas los ingleses mostraban su altanería y soberbia, pero que fueron sorprendidos cuando vieron que nuestros familiares se arrodillaban en el cementerio no sólo para llorar y rezar por sus muertos, por sus hijos, hermanos, etc., enterrados allá, sino para besar ese suelo y juntar puñados de tierra y pedacitos de piedra para traerlas como testimonio de ese amor que tenemos los argentinos por ese suelo malvinense. Ellos, los ingleses, no tienen ni tendrán jamás ese amor; para ellos Malvinas es otra cosa, estrategia, negocios, para ellos es una cuestión de imperialismo, de piratería de usurpación y de poder, pero no amor como el que hay de parte nuestra por ese suelo, y más sabiendo que hay tanto argentino que ha quedado allá. Porque la mayoría quedaron allá, algunos, muy pocos de nuestros muertos, fueron traídos al continente en los primeros momento de la Guerra. Pero la mayoría de nuestros hermanos muertos ha quedado en el suelo malvinense. Y hasta el día de hoy, no he escuchado a ningún familiar que quiera traer el cuerpo al continente.

Pese al dolor que significa tener a un ser amado sepultado a la distancia, con el sacrificio que impone poder visitarlo tal vez  una vez cada diez años, nadie pidió que se traigan los cuerpos al continente.

Por eso yo sigo creyendo que lo de Malvinas fue un hecho muy fuerte. Y si no, reparemos cuando se le da lugar al tema de Malvinas como resurge ese nacionalismo sano, bien entendido, ese antiimperialismo que se mostró plenamente el 2 de Abril de 1982.

 

Los Centros de ex combatientes

Lo que primero surgió en nuestro país fueron los Centros de Ex Combatientes. El primero que se formó fue en Capital Federal, hacia fines de 1982.

En mi provincia a fines de 1982 y principios de 1983 hubo algunas reuniones de ex combatientes a las que yo no asistí. El 2 de Abril de 1983 sabía que se estaba organizando un acto por Malvinas, una conmemoración en el cementerio, que fue prohibido por las FF.AA. Yo no podía comprender cómo nos prohibían un acto a  nosotros que fuimos a defender a la patria. Pero aunque cueste creerlo, el acto fue prohibido.

Desde entonces me empecé a involucrar. Me costó mucho aceptar que éramos seguidos, que teníamos los teléfonos intervenidos. Era difícil, muy difícil, entender que eso ocurriese con quienes lo único que queríamos hacer era homenajear a quienes habían dado su vida por Malvinas. Porque digamos de paso que, por entonces, ni siquiera pedíamos trabajo, no hablemos de pensiones, ni siquiera pedíamos un trabajo o una changa; solo queríamos rendir homenaje a nuestros muertos. Y no podíamos entender cómo a un año de la Guerra se tratase de hacer pasar la fecha inadvertida.

Así empezaron a organizarse los centros.

Después hicimos una convocatorio nacional en Morón en 1984, que fueron casi 1.000 ex combatientes de todo el país. Los chaqueños fuimos los que más ex combatientes movilizamos. El del Chaco siempre fue un Centro muy fuerte, con un alto índice de participación. De los 1.700 o 1.800 que creemos fueron del Chaco a Malvinas, de una u otra manera participaron 1.400, 1.500, una cifra muy alta, como se puede comprender.

Para aquella movilización en Morón nosotros contratamos cuatro colectivos y hubo compañeros que, como ya no había lugar en los micros, salieron a la ruta y llegaron a dedo a Buenos Aires para poder participar de aquel acto.

De aquella movilización surgió el proyecto de la Ley Nº 23.109, que es la ley que exigía una convocatoria nacional obligatoria a todos los ex combatientes para un revisación psico-física que jamás se cumplió, la que daba prioridad puestos de trabajo, becas de estudio, en un porcentaje de las viviendas del Fonavi y algunas cosas se cumplieron y otras quedaron en el olvido.

En Chaco hicimos una movida muy grande. En 1988, antes de que se le terminara el mandato al Dr. Tenev, realizamos un censo y sabíamos en detalle cuántos ex combatientes éramos, quienes no podían ir a la escuela, quienes volvieron con problemas físicos, quienes tenían problemas psicológicos, quienes necesitaban trabajar en forma urgente, etc., Era muy fuerte el Centro de Ex Combatientes del Chaco, aquí en Resistencia teníamos dos locales, uno en pleno centro a una cuadra de la plaza central y una casa a diez cuadras del centro de la ciudad.

Hicimos una asamblea, provincial de ex combatientes en la que resolvimos atrincherarnos frente a la casa de gobierno. Construimos una trinchera, igual que aquellas de Malvinas frente a la Casa de Gobierno cortando la calle. Es de imaginar la repercusión que causó eso. Los ex combatientes habíamos redactado un petitorio de 10 puntos y entre nosotros, porque como en cualquier cosa uno se traza un estrategia, estábamos dispuestos a  ceder en algunos puntos, pero había cuatro que eran inamovibles. Los otros estábamos dispuesto a negociar si era necesario, pero cuatro puntos no.

Tuvieron que venir todos los funcionarios del gobierno provincial de entonces. No quedó ni uno sin hacerse presente, hasta los funcionarios de los organismos autárticos como el presidente de la Obra Social, el presidente del Instituto de la Vivienda, etc. todos. Era una reunión de gabinete que se me ocurre jamás se había hecho. Y ese gabinete recibió a la Comisión del Centro de la cual yo era el presidente. Recuerdo que el punto más importante que se logró fueron 100 puestos de trabajo de planta permanente en forma efectiva e inmediata en la administración pública provincial. Nosotros designamos a quién le corresponderían esos puestos de trabajo en base a prioridades que habíamos resuelto en la asamblea. De 10 puntos que tenía nuestra acta de reivindicaciones, ganamos 8. Fue un triunfo enorme para nosotros.

Otras cosas que el Centro hizo fue que todos los 2 de Abril en la plaza España se celebre un Festival de reivindicación de la soberanía nacional, en defensa de la cultura nacional y de recordación de nuestros caídos por la Patria. Ese es un lugar de encuentro de todos los luchadores. El 2 de Abril, la plaza España es de los ex combatientes. Antes de que se pidiera el 2 de Abril como un día de conmemoración nacional, en mi provincia ya lo era. Por decreto se impuso el 2 de Abril como el Día de los Ex Combatientes.

Después hubo una discusión a nivel nacional sobre el tema de la pensión. La discusión giraban alrededor de si era o no justo exigir una pensión como ex combatiente. Algunos compañeros entendían que esa exigencia era como cobrar los servicios que habíamos prestado a la patria. Otros entendíamos que no, que había muchos compañeros con necesidades e incluso que muchos no iban a poder trabajar y que, en cualquier lugar del mundo, a quienes combatieron les correspondía una pensión.

Por entonces funcionaba una Coordinadora Nacional de Centros en la que estaba, entre otros, el Centro de Ex Combatientes de Capital Federal en el que estaban los compañeros Beiroa, Vázquez, Trinidad; el Centro de Ex Combatientes de La Plata en el que estaba Carrizo, Larsen, Alonso; estaba el Centro de La Matanza, Corrientes, Chaco, etc. Esos Centros conformaban la Coordinadora Nacional que funcionaba cada mes o mes y medio, en distintos lugares del país.

En la reunión de la Coordinadora en mi provincia se redactó la Ley Nº 23.848, que es la Ley Nacional de pensiones. Por esta ley se hizo una movilización en Buenos Aires, una movilización muy grande, impresionante, con muchos ex combatientes. Marchamos hacia el Congreso y resulta que los señores legisladores nos cerraron el Congreso con candado, habrán pensado que la nuestra era una movilización más, una cualquiera. Tuvimos muchas provocaciones de parte de la policía, amenazas, etc.

Recuerdo que le dimos un plazo a los legisladores para que abriesen el Congreso y nos recibieran. Les dijimos: “Señores legisladores, venimos de todos los puntos del país a presentar un proyecto de ley, ábrannos las puertas del Congreso”. Pasado un tiempo prudente y al comprobar que los señores legisladores insistían en no recibirnos, nos subimos a sus autos y empezamos a saltar sobre ellos. Eso fue bastante disuasivo, porque nos recibieron inmediatamente. En la comisión que nos atendió estaba Jaroslavsky, “Chacho” Alvarez, Oraldo Britos, etc. Entramos cinco representantes de los ex combatientes, que entregamos a los legisladores nuestra propuesta de pensión nacional. Yo escuché con atención los argumentos de los compañeros, y casi no hablé. Al terminar la reunión, Jaroslavsky dice: “bueno, espero que se vayan conformes...”Entonces pedí la palabra y dije: “mire señor, no sólo no me voy conforme ,sino que tampoco he venido conforme. No puede ser que siendo ustedes legisladores nos atiendan de la manera que lo han hecho, que en realidad nos atendieron porque nosotros hicimos lo que tuvimos que hacer. Cada uno de ustedes tiene 10 asesores, 10 ñoquis, 10 técnicos y profesionales que se suponen que son los que los asesoran y elaboran los proyectos. Pero resulta que en el tema de la pensión de ex combatientes, tuvimos que venir nosotros y redactar la ley, porque ustedes no conocen la realidad de una parte del pueblo argentino que somos los ex combatientes de Malvinas, parece que esta parte del pueblo que somos nosotros no significa nada para ustedes. Por eso ni vine ni me voy conforme, ustedes deberían habernos citado y dicho “muchachos, nosotros los queremos reivindicar de alguna manera”. Después de eso sancionaron la ley de pensiones de guerra.

 

Tomado de "Cuadernos"   para el encuentro en la nueva huella Argentina

 

 

 
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